La educación y el COVID-19
Les voy a contar una historia. Cuando tenía 6 años debía hacer el primer año de primaria en la misma escuela donde había hecho el pre-escolar, una escuela a la que a mi papás les gustaba mucho el nivel educativo, pero justo había nacido el menor de mis hermanos y para mi madre era complicado llevarme a la escuela que estaba a 40 minutos caminando de nuestra casa, por lo tanto me inscribió en una que estaba a la vuelta de donde vivíamos la cual le significaba tres minutos de camino.
Hice solo unos meses en esa escuela por que mis papás se dieron cuenta que el nivel era muy bajo, cabe señalar que era una escuela pública, y por lo tanto me cambiaron a otra escuela, esta vez una particular, que estaba a 10 minutos. Ahí hice todo el primer año. Cuando debía cursar el segundo año decidieron regresarme a la escuela donde hice el pre-escolar ya que mi hermana que me sigue le tocaba entrar al maternal y mi hermano ya tenía un año por lo que era más fácil la logística. Cuando me quisieron reincorporar a esa escuela me hicieron un pequeño examen y la que iba a ser mi maestra le dijo a mi madre que tenía un nivel muy bajo, que iba a entrar sin saber muchas cosas que mis compañeros ya sabían, pero dijo que se comprometía a ponerme al corriente si me quedaba un par de horas después de clases. Es importante comentarles que en la otra escuela, donde hice primer año, salí con medalla de aprovechamiento, o sea, para ellos mi nivel era el correcto, pero lo cierto es que no sabía cosas que cualquier niño de esa edad debía saber. Bueno, así sucedió, después de clases me quedaba un par de horas con ella, pero para ser honesto me costó mucho trabajo agarrar el nivel y no fue hasta 4º año que realmente ya tuve un nivel aceptable. En tercer y cuarto año tuve que ir a clases de regularización y simplemente fue por que ese año que era importante no lo hice como debía.
¿A dónde quiero llegar con esto? El COVID-19 ha puesto a niñas/os y docentes en una situación complicada en un contexto desconocido para todos, donde las desigualdades han expuesto las deficiencias del sistema educativo y de los medios con los que se cuenta para llevar a cabo la enseñanza-aprendizaje a nivel básico y medio principalmente.
2020 ha dejado una deuda educativa para millones de niños a nivel mundial, donde los gobiernos han tratado de poner herramientas que permitan revisar los contenidos para no perder el año escolar y otros han optado por no suspender la educación presencial. Por más que intentemos emular lo que sucede en el aula es complicado que se alcancen las mismas metas, por eso es que ahora deberíamos estar pensando en que sí podemos lograr y tener ya el plan de contingencia para recuperar esos conocimientos que no se revisaron cuando esto comience a ser mucho más amable para poder pensar que podemos estar todos juntos en el aula. ¿Cómo vamos a regularizar a esos niños?¿Es solo tarea de los gobiernos, escuelas y docentes?¿Cómo apoyamos como sociedad a que esas niñas y niños no crezcan con esa deuda educativa?¿Cómo podemos ser esa maestra que me regaló 2 horas de su tiempo para ponerme al corriente? ¿O dejaremos que se vayan así nada más a la vida adulta? Sobre todo pensando en estas desigualdades que han quedado manifestadas tanto en lo económico, social y familiar.
Hay que ser realistas en que si volvemos al formato presencial este año o en 2022 es irrelevante si no tenemos ese plan de recuperación. Yo tuve la fortuna de encontrar a esas personas en mi camino que me ayudaron a no rezagarme más ¿cómo hacemos para que más personas tengan esa oportunidad también?